01 CONSCIOUS OBSERVER

OBSERVADOR CONSCIENTE

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¿Alguna vez has sentido que la vida te envuelve en un impetuoso torbellino de energía que pareciera arrasar y llevar consigo todo lo que podía tener sentido para ti?
Momentos de caos total, donde no parece haber ni un principio, ni un fin... ¿qué podemos hacer al respecto?

La vida se manifiesta de manera espontánea, a una velocidad cada vez más acelerada, y suele terminar por envolvernos en un sinfín de situaciones. En ocasiones, tanta saturación nos impide distinguir lo que nos pertenece y forma parte de nuestra experiencia, de aquello que absorbemos del colectivo y de personas cercanas a nosotros. Terminamos inmersos en realidades que se asemejan más a una telenovela llena de drama y problemas, y menos a todo aquello que deseamos para nosotros en esta vida.

En situaciones como esta, podría resultar imposible concentrarse para apreciar todos los aspectos en su verdadera relevancia y dimensión. Cuando esto sucede, todo parece estar girando en torno a ti: una idea encima de la otra, un problema que genera tres más, un cúmulo de situaciones que solo alimentan el estrés y  la tristeza, aunado a la necesidad inminente de encontrar una solución.

Todo ser humano tiene una necesidad intrínseca de balance, belleza y simplicidad. Nuestro proceso cognitivo suele fluctuar de lo indeterminado a lo determinado, de lo complejo a lo simple. Ya sea consciente o inconscientemente, tratamos de completar lo incompleto, ordenar lo desordenado, explicar lo inexplicable y llenar los vacíos. La única manera de aprender y evolucionar en cada una de nuestras experiencias, es vivirlas de manera consciente. Es aquí donde aprender a observar se vuelve relevante.

¿Qué significa ser el observador?

Implica desarrollar la capacidad de mirar con atención, y al hacerlo conscientemente, convertir lo observado en aprendizaje. Para lograrlo, es necesario tomar en cuenta los siguientes aspectos:

  1. Recordar que somos un ser de luz habitando un cuerpo físico, como un vehículo para experimentar la vida.

La mayoría de las personas vive la vida inmersa en la realidad del mundo, alimentada por el colectivo, en donde se potencia la materialidad de la vida como fuente rectora de la existencia. Al momento de aceptar los condicionamientos que la misma sociedad impone, solemos poner a nuestra esencia divina en segundo plano. Construimos nuestra personalidad en base a nuestros aspectos físicos y su relación con el entorno, con el fin de garantizar la supervivencia, la aceptación y consecuente integración a la sociedad en la que nacimos. Con el tiempo, por religión o proceso espiritual, ‘aprendemos’ que tenemos un alma, que en la mayoría de los casos, suele mantenerse como algo abstracto, menos importante que todo aquello que podemos ver y tocar. Rezamos o meditamos solo cuando algo en nuestra vida nos priva de nuestra comodidad o bienestar.

Es importante reconocernos  primero como esa chispa de luz que vive y experimenta la vida a través de nuestro cuerpo físico, el cual nos permite conectar con el entorno material en el que coexistimos.  De esta manera, podremos observar con la totalidad de nuestro ser y no solo desde la superficie.

  1. Reconocer que nuestra esencia de alma, en lo profundo, se mantiene en paz, pureza y armonía perfecta con la divinidad.

Las situaciones que nos aquejan pertenecen a la superficie, lo externo, lo material… a nuestro contacto e interacción con el mundo físico.

Cuando te sientas abrumado, recuerda que en tu interior reside la conexión con tu ser de luz. Es un espacio inmutable en donde tu alma puede vibrar en su esencia pura, respirar la paz y la armonía que forman parte de nuestro origen.

Tomar consciencia implica salir de la superficie y conectar con tu esencia, tu centro…  con esa parte de ti que se mantiene en sintonía y equilibrio en todo momento.

  1. Aprender a mantener dicha conexión mientras transitamos la vida en lo cotidiano, interactuando con todo lo que nos rodea.

Este aspecto es consecuencia de lograr los dos anteriores. El primer punto implica cambiar nuestra perspectiva de vida; que en su simplicidad, tiene la capacidad de transformar diametralmente la manera de coexistir en este mundo. El segundo, nos invita a profundizar en nuestra esencia y reforzar nuestro nivel de conexión con la misma. El tercero, se vuelve un poco más complejo y requiere de más práctica para construir el hábito de mantener la conexión con nuestra propia divinidad, mientras transitamos nuestro camino o senda de vida.

Mientras mayor sea el tiempo que podamos mantener este estado de consciencia, nuestra capacidad de observación y el nivel de aprendizaje a través del mismo, serán proporcionalmente más elevados.

Ahora bien, ¿Cómo podemos conectar con nuestra esencia divina?

Existen muchas formas para poder cultivar esta conexión. Sería importante descubrir y fomentar aquella que funcione mejor para ti. Podrías considerar alguna de las siguientes prácticas:

  1. Enfocarte en tu respiración.

Respirar profundo, centrando  tu atención en las 4 etapas del proceso – inhalación, contención, exhalación, contención. Visualizando como tu ser se ilumina en cada respiración, cargándose de luz. Para esto puedes apoyarte en ejercicios de respiración guiada, una técnica llamada Pranayama, que significa ‘control de la respiración’ y permite tranquilizar el cuerpo y la mente. Es una técnica comúnmente utilizada en la práctica del Yoga.

  1. Centrar tu atención en el latir de tu corazón.

Esto puede conjugarse con la respiración. Conectar con tu pulsación de vida, es una manera muy sutil de conectar con tu origen. El sonido y el movimiento rítmico del corazón latiendo, nos remonta  a la pulsación misma del universo. Permite conectar nuestro cuerpo físico con el emocional y mental, hasta llegar al alma y a los cuerpos sutiles del ser.

  1. Practicar meditaciones guiadas.

Puedes elegir entre aquellas que te ayuden a calmar el estrés y la agitación de lo cotidiano; o tal vez, alguna que te ayude a elevar tu vibración. Lo importante es que logres enfocar tu atención en irte hacia adentro y conectar con tu esencia. La práctica del Yoga también es un medio muy efectivo para lograr este objetivo. Generalmente, cada sesión termina con un período de relajación, que te invita a conectar con tu esencia divina.

 

Hay muchas formas de conseguir estados similares, hay quienes lo logran al salir de su entorno urbano para conectar con la naturaleza. También se puede conseguir a través de la natación, o dedicando tiempo para salir a caminar o correr de manera individual, para poder entrar en estado meditativo. Podría ser tan sencillo como sentarte en un lugar tranquilo y tomarte un delicioso té, mientras te concentras en mirar un bello amanecer o atardecer.

Si tienes algunas otras formas de conseguirlo, por favor compártelas en la sección de comentarios al final de este artículo…

Con todo esto en mente, es tiempo de cuestionarnos… ¿Qué es lo que sucede cuando logramos SER EL OBSERVADOR?

En pocas palabras, tomamos consciencia de todo lo que nos está pasando y porqué pasa. Esto implica darnos cuenta de lo que está bien y suma a nuestras vidas, aunado a todo aquello que nos drena y hace más difícil nuestro caminar. Nos ayuda a tomar responsabilidad de todas nuestras acciones, nos hace ver con claridad la verdad de las cosas y nos permite visualizar con mayor enfoque y determinación lo que podemos hacer al respecto.

Un ejemplo muy claro de lo que implicaría ser un observador consciente puede apreciarse en el siguiente fragmento de la película PEACEFUL WARRIOR. Les comparto el fragmento de la película que se enfoca en los mensajes de ‘Sacar la basura’ y de ‘Nunca no está pasando nada’. De igual manera les recomiendo muchísimo ver la película completa o si prefieren leer el libro… está lleno de grandes aprendizajes de vida.

Peaceful Warrior – “Take out the trash” & “There’s never nothing going on”

En las Industrias Creativas, existen los famosos analistas de tendencias, los cuales se dedican a observar con atención todo lo que está sucediendo en nuestro mundo para poder predecir hacia donde se está moviendo el interés de las diferentes audiencias. Se podría decir que estos expertos en su ramo son verdaderos observadores, que están utilizando esta cualidad para mirar hacia afuera, para conocer y comprender el mundo. Decodificando el conocimiento adquirido, lo traducen en información relevante utilizada para diseñar productos o servicios estratégicos que resuenen con las necesidades y deseos de las personas.

Como experiencia personal, parte de mi trabajo en los años que trabajé para Max Mara, comprendía el viajar frecuentemente a las ciudades clave para la industria de moda. En ellas me enfocaba en analizar las tendencias predominantes. A la par, investigaba lo que otras marcas estaban haciendo para posicionar su identidad de marca en sus diferentes puntos de venta. Estos viajes fueron sin duda, una de las mejores formas de potenciar mi creatividad, plantando las bases de lo que estaba sucediendo en ese momento en particular con la marca y su competencia, aunado a las necesidades y expectativas del público meta.

¿Qué es lo que hacía específicamente?… Desde que amanecía, me concentraba en observar todo mi entorno y las personas que lo habitaban. Caminaba todo el día, visitando tiendas de la empresa y de la competencia. Zona por zona de la ciudad, analizaba el diseño de espacios, la experiencia del consumidor y las propuestas de ambientación específica de cada marca. Observada en detalle a las personas, para sentir sus energías y ver la manera en que decidían expresarse a través de su vestimenta y aspecto físico. Todo esto se extendía a los momentos de elegir un lugar para comer o cenar, visitar algún museo o ver algún espectáculo. El mundo está lleno de información, se desborda constantemente, solo es cuestión de prestar atención y aprender a observar.

Todos estos ejemplos se enfocan en un fin externo, sin duda de gran utilidad, pero…

¿Cómo podemos usar estas técnicas de observación para beneficio propio, principalmente desde un nivel profundo, que nos ayuden a transformar nuestra perspectiva de vida y el entorno que nos rodea?

Como lo mencioné en el artículo anterior – ‘QUALCOSA CHE NON C’E’ – uno podría salirse de la película para poder apreciar tu propia historia como un espectador; tal cual como si estuvieras sentado en una sala de cine, viendo tu historia proyectada en la pantalla grande.

A veces la vida se ve como un huracán arrasando con todo lo que parecía estar en su lugar, en el cual pareciera que uno mismo está girando, sin poder tocar tierra, ni poder comprender el orden de las cosas. En esta situación,  es importante hacer todo lo posible por entrar al ojo del torbellino que gira sin cesar, con todo lo que nos abruma o entristece. En ese espacio central, existe una calma, un silencio y una paz que nos permitirá respirar profundo, visualizar con atención plena y reducir la velocidad con la que giran las cosas dentro de nuestra mente. Así podríamos empezar a observar conscientemente cada uno de los aspectos que forman parte de nuestra vida, y darle poco a poco, el significado y la relevancia que cada una de ellos se merece.

Antes que nada, es importante ubicar todo lo que vale la pena exaltar y reconocer, para que todo lo positivo se transforme en pilares de referencia, que ayuden a reforzar nuestros cimientos y brinden estabilidad por los logros y éxitos adquiridos. Reverenciar todo lo bueno que tenemos en nuestra vida, en humildad y gratitud. También podremos ubicar algunas cosas que están, pero son neutrales… por lo cual, no benefician ni afectan potencialmente a nuestras vidas. De igual manera, es importante darle su lugar y nivel de relevancia. En la tempestad, no hay que olvidar los regalos y bendiciones que la vida nos ha brindado, para evitar hundirnos en la desesperanza y perder el rumbo de nuestra vida.

Con todo esto visualizado, seguramente podremos estar mejor preparados para poner toda nuestra atención en lo negativo, aquello que nos hace daño y consume nuestra energía y vitalidad. De esta manera, será más fácil encontrar una solución a cada una de las cosas que nos aquejen. Un buen punto de partida, sería darse el tiempo de ver y sentir las emociones que emanan en nuestro ser al conectar con cada uno de los aspectos y/o personas que conforman nuestra historia, que en ese momento necesita un ajuste o transformación. Poco a poco, aparecerán resoluciones que nos permitan ralentizar el caos, permitiendo que las piezas de nuestra vida vayan tomando su lugar, en armonía y equilibrio, para el bien propio y el de todos los involucrados.

SER EL OBSERVADOR

Fuera de la tempestad, un observador consciente tiene la capacidad de centrar su atención en cada acontecimiento de vida, mientras este sucede. Cada decisión tomada viene respaldada por sus sentir y pensar, en conexión profunda con su verdadero ser, cultivando sabiduría de vida.

El entorno se va moldeando con sucesos, personas y acciones que enriquecen el alma, evitando aquellas que puedan transformarse en aceleradores del viento. La vida en lo cotidiano se experimenta desde una perspectiva más sensorial, valorando cada momento como una oportunidad única e irrepetible.

Tal vez no podamos evitar futuros torbellinos o huracanes emocionales, porque la vida sucede y seguirá sucediendo, independiente de cada uno de nosotros; pero si aprendemos a vivir como observadores conscientes, tendremos la capacidad de danzar con el viento y fluir con la vida.

 

Es tiempo de aprender a vivir la vida con un sentido de responsabilidad y gratitud, que nos permita elevar nuestra vibración.

Es tiempo de soltar todo aquello que nos impida caminar por la vida en total libertad y plenitud, en pos de nuestra evolución.

Es tiempo de abrazar los tiempos de cambio con sabiduría y amor, dándole valor a nuestro existir, siendo el OBSERVADOR.

Referencia: Millman, D. (2006). Way of the peaceful warrior: A Book That Changes Lives. HJ Kramer; Revised Edition; ISBN-10: ‎1932073205; ISBN-13: 978-1932073201

Imágenes en orden de aparición: Quinten De Graff, Max LaRochelle, David Marau, Engin Akyurt, Milo Weiler, Milada Vigerova, Milo Weiler, Engin Akyurt, Erik Eastman, Noaa, Goashape, Cdd20, Xavier Mouton, Jayson Hinrichsen, Natalia Sobolivska, Nadim Merrikh, Heidi Fin, Nathan Dumblo, Nikolas Noonan, Tengyart, Quinten De Garff en www.unsplash.com

Una respuesta

  1. MUCHISIMAS GRACIAS….
    como anillo al dedo; hacerme consciente de lo importante que es para hacerlo vida.

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