El SER HUMANO tiende a darle mucha importancia a la parte humana, más que a la parte divina de su ser. Independientemente de la religión o filosofía de vida que se siga, es importante recordar que antes de encarnar ya existíamos como ‘esencia luz’. Al nacer, el alma habita el cuerpo físico para integrarse a la materialidad de este mundo, y así, poder vivir – experimentar esta ‘realidad’. La conexión es muy latente en los primeros años de vida, pero se va diluyendo a través del tiempo, por la integración de la personalidad con el contexto sociocultural que se habita. Nos vamos moldeado al mundo, fortaleciendo al humano y olvidando al SER.
Conforme la vida pasa, el tiempo se acelera y la sinergia de lo cotidiano nos envuelve y llena de responsabilidades, roles y expectativas. El alma queda aprisionada entre tantas estructuras y mascaras creadas o adquiridas, las cuales terminan por ocultar la LUZ que emana de nuestro interior. La energía fluye a través de todo nuestro cuerpo físico y va más allá de él, habitando el cuerpo emocional y mental, conectando a estos tres a los demás cuerpos superiores que conforman la totalidad de nuestro ser. Para poder visualizarla mejor, sería importante reconocer que existe un centro de luz, el cual está localizado en el centro de nuestro pecho, a un lado del corazón. En esa chispa se concentra la pureza de nuestro SER DIVINO. De niños resulta más fácil mantener la conexión con este centro de luz, de donde emana toda la energía y nos permite absorber todos los aprendizajes de vida y mantener el sentido de maravillarnos a flor de piel. De grandes, resulta más difícil mantener este equilibrio y la vida nos puede pasar rápidamente, sin tomar consciencia, y sin absorber la sabiduría de cada experiencia vivida.
¿Qué pasaría si hiciéramos un cambio de perspectiva, en donde lo primordial fuera nuestra esencia divina en primer plano, habitando un cuerpo en segundo plano?
Seguramente se podría retomar ese equilibrio entre el SER y el HUMANO que nos permitiría apreciar la vida desde el amor, fusionando mente y corazón, como fuente de inspiración para transformar nuestras vidas en momentos de plenitud y completo bienestar.
Para profundizar un poco más en este concepto, me gustaría compartirles una anécdota que me sucedió hace unos años, cuando mi hija tenía dos años de vida. Para quienes no lo saben aún, tengo la dicha y bendición de ser papá soltero por adopción de una hermosa niña llamada Sofía. Ella llegó a mi vida unos días antes de cumplir sus dos meses de nacida, de la manera más inesperada y mágica que uno pudiera imaginar. En ese tiempo, estaba tramitando mi visa para poder mudarme y residir en Montreal, Canadá; y en el tiempo de espera, inscribí a mi hija en una escuela para yo poder trabajar dando clases por las mañanas. Los abogados que nos estaban asistiendo con los tramites postergaban la fecha de nuestra partida, por lo que siempre faltaban tres meses para recibir la visa. Sofía estaba por cumplir un año en el Instituto Lumiere, cuando los abogados nos informaron que para el verano del 2019 nos podríamos mudar.
En este instituto, se tenía la tradición de hacer un evento de fin de cursos en donde, dentro de las diferentes actividades, se invitaba a algún padre de familia a pasar al pódium y decir algunas palabras.
Considerando que Sofía y yo estaríamos migrando a otro país, por ende, dejando la escuela, me ofrecieron a mi esta oportunidad. Días pasaron en los que me la pasé profundizando y reflexionando, tratando de definir el mensaje que podría transmitir en ese día tan especial.
Con esto como contexto, me gustaría ahora compartir con ustedes este mensaje. Cabe aclarar que para este artículo y después de 5 años de haberlo escrito, he profundizado aún más con la información que quiero compartir con ustedes.
Tras el saludo y expresar lo feliz que Sofía había sido durante su estancia en ese lugar, comencé a hablar del hermoso significado del nombre del Instituto. La palabra LUMIERE significa LUZ en francés, y también es el apellido de los hermanos que inventaron el cinematógrafo, patentado en 1895. Su descubrimiento consistió en lograr proyectar la luz a través de una secuencia de imágenes, para producir lo que hoy conocemos como cinematografía. De estas dos conexiones, me pareció maravilloso pensar en un instituto creado para la formación de los niños que lleva por nombre la palabra LUZ, o tal vez el apellido de los creadores del siguiente concepto:
LUZ PROYECTADA A TRAVÉS DE UNA SECUENCIA DE IMÁGENES PARA CONTAR UNA HISTORIA
en conexión con
UN SER DE LUZ HABITANDO UN CUERPO FÍSICO PARA EXPERIMENTAR HISTORIAS DE VIDA
Entonces, podríamos visualizar a niños de luz en proceso de formación para integrarse a esta experiencia llamada vida. Cada uno de ellos, es una chispa brillante contenida en un cuerpo humano en desarrollo. Similar a la luz de las velas, que requerían de un protector de vidrio y metal para protegerla y prolongar, dentro de lo posible, su duración. También comparable a la luz generada por gases contenidos dentro de un objeto de vidrio, al cual llamamos foco o bombilla. Las velas se tienen que encender para crear una llama y los focos se deben conectar para poder emitir luz; de igual manera, el ser humano se mantiene conectado a su fuente divina para emanar esta chispa de luz a lo largo de su vida.
Otro aspecto interesante en la evolución de la iluminación espacial es que a la par de la creación de los focos se diseñaron también las luminarias. Entre sus principales funciones podemos destacar la protección, el aislamiento, la estética, y la manipulación de la luz; esta última, puede tener varios objetivos – focalizar o acentuar, difuminar, controlar o dirigir el haz de luz. La educación de los niños en nuestra sociedad tiene un impacto similar a estas luminarias. Cabe aclarar que la formación de un ser es un trabajo conjunto entre padres – familia y los maestros – institución, además de la influencia que tienen los factores externos a los que sea expuesto en su infancia, a través de su entorno y comunidad.
Si hacemos un comparativo entre las luminarias tradicionales y las nuevas, podríamos apreciar claramente una evolución que punta directamente a la innovación de sistemas que permiten potencializar al máximo la proyección de la luz. Anteriormente, para proteger las bombillas se requería de estructuras rígidas que controlaran el nivel de calor y limitaran el contacto con el exterior, pero solían a su vez mermar la cantidad de luz proyectada a través de la luminaria. De igual manera, la formación de los niños en generaciones pasadas se enfocaba en implementar estructura, rigidez, normas, límites, dirección, y en algunos casos, sobreprotección. El nivel de intensidad variaba de persona a persona; y sin duda alguna, a pesar de que la mayoría terminaba aceptando la luminaria impuesta por la sociedad, también hubo algunos que decidieron rechazarla o aceptarla parcialmente, modificando en lo posible su diseño para que fuera más armónico con su naturaleza.
Es por esto, que se puso muy de moda en las últimas décadas el aprender a desaprender en la etapa adulta. Que implica darse el tiempo para hacer una introspección profunda, a fin de reconectar con tu verdadera esencia.
Aprender a reconocerte con tu verdadero ser, te permitirá identificar todo aquello anclado a ti, que se ha adherido a través de los años por diferentes razones. Se traduce en lo que conocemos como personalidad, ese personaje que es una mezcla de tu ser con elementos que nos permiten coexistir dentro de una sociedad. Por ende, incluye muchos aspectos positivos como talentos, valores, virtudes y habilidades que, a su vez, van mezclados con patrones y estructuras adquiridas. A todo esto, se suman también los miedos, fobias, creencias, inseguridades y limitaciones que pueden regir tu vida. La mayoría de las personas que fueron educadas de esta manera, terminan actuando condicionados a cumplir expectativas y sueños ajenos, en un intento fallido por complacer a los demás (por ejemplo, buscando siempre la aprobación de los padres), replicando patrones heredados de generación en generación. Cuando esto sucede, el plan del alma ocupa el último lugar en la lista de prioridades y suele terminar en el olvido, dando origen a una vida sin sentido. Finalmente podemos cargar con todo esto por el resto de nuestras vidas o dedicar tiempo y energía en deshacernos de todo lo que no necesitamos, en el anhelo de poder vivir con mayor plenitud y armonía.
QUE IRONÍA DE LA VIDA TENER QUE APRENDER A DESAPRENDER
Si eres de una de las generaciones que han tenido que pasar por esto, te recomiendo recorrer el camino que corresponde para desaprender, ya que los beneficios son infinitos, y sin duda, muy gratificantes para el SER.
De igual manera, sería importante cuestionarnos cómo estamos formando a nuestros hijos o cómo están siendo educadas las nuevas generaciones – tanto en casa, como en la escuela y en la sociedad misma.
Entonces nace el siguiente cuestionamiento: ¿Será posible aprender desde un inicio lo que realmente es importante y potenciar así la interacción del alma con el cuerpo?
La educación de las nuevas generaciones debería estar más enfocada en cultivar el amor – hacia uno mismo y hacia los demás, lo cual a su vez se traduce en el respeto y la empatía por los otros. Además, se debería fomentar un sentido de seguridad y autoconfianza que permitan a los niños enfrentase a la vida con determinación, certeza e inspiración para lograr todo aquello que fomente su bienestar y plenitud.
La nueva era del mundo requiere de seres humanos más sensibles y conectados con su verdadera esencia, en los que su luminaria potencie al máximo su luz interior. Para esto es necesario que la enseñanza se enfoque en cultivar la autoestima de cada individuo, potenciar sus talentos, virtudes y valores, que le permitan integrarse en armonía con el colectivo; además de fomentar la plasmación de los sueños propios que emanen de su verdadero ser.
En la actualidad, la iluminación se ha diversificado a tal punto que el hombre ha creado una gran variedad de luminarias con diferentes objetivos, permitiendo crear espacios increíbles y mágicos a través de un diseño meticuloso de iluminación. Incluso hay maestrías en iluminación para aprender a hacerlo. Hoy en día, más allá de proteger o mermar la emisión de luz, las luminarias son capaces de expandir, potenciar, duplicar, dirigir, focalizar o proyectar la luz y en ocasiones resultan ser solo un ornamento decorativo, que no aporta nada en particular más allá de lo estético.
De todas estas opciones: ¿cuáles características te gustaría asociar a tu luz interior? y ¿qué te gustaría poder proyectar en la historia de tu vida futura?
Que maravilloso seria que cada niño y niña de este mundo estuviera tan conectado al amor, en comunión suprema entre su SER DIVINO y su SER HUMANO. En donde todos sus talentos y virtudes fueran tan evidentes que pudieran apreciarse a simple vista, casi equivalente a reconocerlos como super poderes. La magia de los super héroes generalmente reside en potenciar los talentos y virtudes que albergan en su interior. Tristemente lo mismo sucede con los villanos de cada historia. Es tiempo que las nuevas generaciones se llenen de SUPER HÉROES, que puedan convertir lo ordinario en extraordinario, que vivan al máximo su potencial y se llenen de historias memorables compuestas por imágenes proyectadas a través de su luz interior.
Es tiempo de transformación.
Es tiempo de decidir que se queda y que se va.
Es tiempo de resplandecer en plenitud.
¿Alguna vez has visto las lámparas de papel voladoras?
Son todo un espectáculo y generalmente llevan al espectador a conectar con sus emociones y experimentar una elevación de su ser, como si fuera posible levitar y volar por el cielo junto con ellas. En este caso en particular, la flama hace que el aire interior de la luminaria de papel se vuelva más ligera que el aire exterior, permitiendo que la lámpara se eleve y emprenda su vuelo.
De la misma manera, cuando logramos que nuestra flama interior brille con más fuerza y determinación, hará que nuestro cuerpo físico se sienta más ligero. Sin duda, sería una manera en la que podríamos fluir por la vida con más armonía y plenitud; en equilibrio y conexión sincrónica entre la materialidad y la divinidad de nuestro ser.
En lo personal, cada vez que veo estas lámparas de papel suspendidas en el aire, me imagino a millones de chispas de luz fluyendo en sincronía con el universo, como una enorme galaxia llena de soles – estrellas; cada una de ellas única e irrepetible, y a la vez formando parte de un todo.
Para cerrar este viaje introspectivo, me gustaría compartirte el siguiente mensaje, con el cual cerré mi discurso dirigido a los padres de familia, y en especial, a los niños del Instituto Lumiere.
Me gustaría que fuera escuchado por tu niño/niña interior y dedicarlo también a todos los seres que han estado naciendo en este nuevo milenio. Te recomiendo leerlo conectando mente y corazón, permitiendo a tu ser impregnarse con la esencia de este mensaje, que pueda ayudarte a recordar y reconocer que eres un hermoso SER DE LUZ habitando este mundo.
GRACIAS POR TU EXISTENCIA
GRACIAS POR TU VALENTÍA PARA NACER EN ESTE TIEMPO – MUNDO
GRACIAS POR VENIR A ABRIR CORAZONES
Y AYUDAR A RECORDAR – RECONECTAR CON EL AMOR INCONDICIONAL
DESEO QUE TU ENTORNO, FAMILIAR Y FÍSICO, ESTE RODEADO DE AMOR, ARMONÍA Y PAZ
QUE PERMITA ENCENDER TU LUZ, CONOCERTE Y RECONOCERTE
QUE AYUDE A FLORECER TODOS TUS TALENTOS Y TODAS TUS VIRTUDES
QUE TUS RAYOS DE LUZ SIEMBREN POR DOQUIER SEMILLAS DE AMOR
QUE TU ACTUAR POR EL MUNDO SEA UN CATALIZADOR DE CAMBIO
Y QUE TU SABIO CORAZÓN SEA LA GUÍA
QUE TRANSFORME TU CAMINAR EN UNA SENDA ILUMINADA
ANHELO QUE AL INTGRARTE AL MUNDO MANTENGAS LA CONEXIÓN CON TU ESENCIA
Y QUE NO OLVIDES TU LUZ INTERIOR
QUE A PESAR DE LAS DIFICULTADES QUE EL FUTURO TE GUARDE,
PASE LO QUE PASE EN TU VIDA,
NUNCA, NUNCA, NUNCA DEJES DE BRILLAR.
Referencia: Instituto Lumiere – www.lumiere.edu.mx
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